Si amas la riqueza mas que la libertad, la tranquilidad de la servidumbre mas que la lucha animada de la libertad, sal de nuestra casa en paz. No pedimos tus consejos ni tus armas. Agáchate y lame la mano que te alimenta. Que tus cadenas no pesen demasiado, y que la posteridad olvide que fuiste nuestro compatriota.
Samuel Adams, discurso del primero de agosto de 1776, Philadelphia
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